Los vehículos eléctricos son mecánicamente mucho más sencillos que los vehículos de combustión. Un motor de combustión interna es extremadamente complejo, pero un vehículo eléctrico simplemente precisa de una batería, un motor eléctrico, un inversor y una transmisión (casi siempre de una sola marcha). Los costes de producción de un vehículo eléctrico se deben a las materias primas y al software y arquitectura electrónica necesaria para hacerlos funcionar.
Apple car & Google Car
Parecía lógico que los grandes fabricantes de vehículos de combustión aprovechasen los conocimientos, la experiencia y los beneficios obtenidos en la construcción de automóviles para la fabricación de coches eléctricos. Sin embargo, la tensión de mantener tanto su negocio tradicional cómo el nuevo de los vehículos eléctricos, más las inversiones necesarias para obtener los conocimientos tecnológicos necesarios han demostrado ser una problemática difícil de solucionar.
Dada la situación anterior, lo natural es que las firmas tecnológicas se asocien con los fabricantes para proporcionar software puntero capaz de optimizar la experiencia del usuario del vehículo eléctrico. Pero la aparición de la conducción autónoma y la avanzada tecnología de los vehículos eléctricos han atraído a la industria del automóvil a empresas como Apple, Xiaomi o Sony, que prefieren sacar al mercado sus propios vehículos a colaborar con una empresa de automoción. Como hemos dicho, la fabricación de un vehículo eléctrico es enormemente sencilla. Toda la complejidad reside en el software, sobre todo si lleva un sistema de conducción autónoma, y es precisamente en ese campo en el que estas empresas son líderes.
Las tecnológicas se lanzan a producir coches eléctricos
Apple ya está trabajando en el Project Titan que previsiblemente lanzará el primer prototipo de su Apple Car en 2023. Aunque la firma de Cupertino es muy discreta en lo que respecta a este proyecto, ya ha registrado bastantes patentes relacionadas con su desarrollo y se dice que su CEO lo considera de máxima prioridad.
Xiaomi por su parte pretende invertir al menos 10.000 millones de dólares en un vehículo eléctrico que podría llegar al mercado en 2024 y puede que este mismo año podamos ver un prototipo del mismo.
Por otro lado, en marzo de 2022 entrará en funcionamiento Sony Mobility, la división de automoción de la empresa japonesa. Su objetivo es ir un paso más allá y además de conducción autónoma pretende ofrecer una auténtica oficina o un centro de ocio móvil. Sony ya ha presentado dos concept cars, el último de ellos el Vision-S 02 en el recientemente celebrado CES de las Vegas 2022.
¿Habrá un Google car?
El gigante responsable del principal buscador a nivel mundial hace mucho que ha adoptado otras ramas de negocio, pero respecto al vehículo eléctrico ha preferido centrarse exclusivamente en el software. Por eso, en diciembre de 2021 lanzó al mercado su sistema operativo para automóviles Android Automotive, con el objetivo de que se convierta en el estándar en la mayoría de vehículos del mercado.
Esta por ver si los grandes gigantes tecnológicos son capaces de ofrecernos sus propios vehículos eléctricos o si finalmente renuncian a estos proyectos para centrarse exclusivamente en la producción del software de los mismos para las empresas de automoción.
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