El interés por el vehículo eléctrico y por una movilidad más respetuosa con el medio ambiente no ha cesado de aumentar desde que en 2020 el mundo se viera inmerso en la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2, cuya enfermedad asociada, COVID‑19, obligó a un confinamiento generalizado de la población mundial, causando un parón casi total del transporte. El aire de las ciudades y pueblos fue limpiado de impurezas y contaminantes, quedando demostrado que estos son generados en gran parte por los vehículos con motor de combustión. Esta conciencia colectiva a favor de reducir la contaminación atmosférica, debería ser la pieza más importante que catapultara la implantación del vehículo eléctrico de forma masiva, pero no es así debido a múltiples factores que pasamos a analizar a continuación.

Los problemas del coche eléctrico

El reinicio de la actividad humana e industrial tras el confinamiento de la población trajo consigo un incremento en la demanda de materias primas y de energía que no pudo ser atendida al mismo ritmo, generándose importantes cuellos de botella en el suministro de componentes necesarios para el ensamblaje de los vehículos. Comenzaron a alargarse los tiempos de espera para entregar los nuevos vehículos fabricados, al tiempo que se producía un encarecimiento en los precios de las materias primas y de la energía, marcada esta última por el incremento de demanda de gas.

La coyuntura actual debida a la crisis bélica entre Ucrania y Rusia ha contribuido a empeorar la situación y a aumentar todavía más los precios de bienes de consumo y energéticos, lo que amenaza con retrasar la incorporación del vehículo eléctrico de forma masiva.

El desproporcionado encarecimiento del petróleo ha traído consigo una subida histórica del precio de la gasolina y del diésel, lo que está provocando un mayor interés por los vehículos eléctricos de la población en general, algo que nos lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿está la tecnología que rodea a la movilidad eléctrica lo suficientemente madura como para implementarse masivamente?.

Son cuatro los aspectos clave que deben solventarse para poder dar respuesta a esa pregunta.

Infraestructura de recarga deficiente

Debe aumentarse el número de puntos de carga en las carreteras para garantizar el correcto abastecimiento de energía a la hora de afronar viajes largos y evitar el miedo a quedarse sin batería, lo que aumenta la confianza para apostar por un vehículo eléctrico. Además, en España sólo el 20 % de las personas con vehículo propio disponen de párking, por lo que es imperante generar una infraestructura pública amplia a un precio competitivo para las personas que aparcan su vehículo en la calle.

Asimismo, hay que garantizar el acceso a los puntos de carga y mejorar las aplicaciones de pago para que sean verdaderamente cómodas de usar, útiles y con métodos de pago que funcionen; la experiencia de carga tiene que ser igual o más simple que la de repostar combustible en una gasolinera.

Punto de carga
Punto de carga

Precio de adquisición

El precio de adquisición de un vehículo eléctrico continúa siendo más caro que el de los vehículos con motor de combustión, y esto es, según las estadísticas, uno de los mayores frenos a la hora de su compra. Tendrá que pasar una década para que se pueda amortizar la inversión inicial de las líneas de producción realizada por los fabricantes de automóviles. El precio de los vehículos es alto por este motivo, y es imprescindible que se llegue a aplicar una economía de escala para que los precios se igualen a los de los vehículos con motor de combustión.

Como se ha comentado más arriba, el precio de las materias primas está sufriendo importantes subidas, sobre todo el del níquel, material imprescindible para la fabricación de las baterías; también el precio de la energía ha subido mucho, por lo que se encarece la fabricación de productos. El incremento en el precio de los combustibles aumenta el coste del transporte, algo que se añade a la ecuación. Si los coches eléctricos ya eran caros probablemente lo sean aún más en un futuro próximo si la situación no mejora.

Escaso interés de la administración

Falta mucha voluntad política a la hora de incentivar la compra de vehículos eléctricos y de invertir en infraestructuras y ayudas públicas que sean eficientes y sólidas. Asimismo, la situación económica y política actual a nivel mundial demuestra que es necesario promover e invertir también en energías renovables para reducir emisiones de efecto invernadero y para mitigar el aumento del precio de la energía y la dependencia energética de otros países. Actualmente se genera mucha energía renovable en España, pero se paga al precio de las energías no renovables, algo que también debe cambiar.

Sonos Sion
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Implementación responsable y ética

Algo que frena a la adopción de la movilidad eléctrica es el agravio comparativo que se genera con los vehículos con motor de combustión, y este tiene que ver con la supuesta mayor contaminación vinculada a la extracción, transporte y procesado de metales y materias primas necesarias para fabricar las baterías.

Y es que, aunque está más que demostrado por diversos estudios independientes que el impacto medio ambiental generado por los trabajos de extracción de metales como el litio, el cobalto y el níquel es inferior al de la extracción del petróleo, más su posterior refinado, transporte y posterior uso como combustible, es muy importante asegurar y garantizar que dichos metales se obtienen de forma responsable, ética y medio ambientalmente segura. El abandono de los combustibles fósiles es esencial para descarbonizar el transporte, pero sin olvidar que el abastecimiento de las materias primas debe ser igual de responsable.