Con el el futuro del hidrógeno en automoción, el sector de la automoción vive en la actualidad una auténtica revolución tecnológica. Todas las marcas automovilísticas ofrecen ya en su catálogo al menos un modelo basado en energías más limpias, desde híbridos e híbridos enchufables hasta eléctricos puros. Pero de entre todas las posibilidades, hay una que parece que no ha llegado para quedarse: la basada en el hidrógeno.

El futuro del hidrógeno en automoción

A continuación, te desgranamos las claves que llevaron a fabricantes como Nikola, Toyota o Hyundai a apostar por esta tecnología que tiene sus días contados.

Según explicamos en un artículo publicado acerca de las diferencias entre los vehículos híbridos y eléctricos, un vehículo híbrido es aquel que combina más de un sistema de propulsión distinto, normalmente un motor de combustión con uno o varios motores eléctricos. Pero hay una variante que, aunque técnicamente se pueda considerar como híbrido, es la combinación que más se acerca a lo que es un vehículo eléctrico puro, ya que no emite ningún gas contaminante cuando se circula con él y su propulsión es siempre eléctrica. Hablamos del vehículo de hidrógeno o de pila de combustible, también conocido como “vehículo eléctrico de célula de combustible” (o FCEV, de las siglas en inglés de Fuel Cell Electric Vehicle).

Pero, ¿qué es exactamente un vehículo de hidrógeno? Un vehículo de hidrógeno no es otra cosa que un vehículo propulsado por uno o varios motores eléctricos, alimentados por una batería de iones de litio (similar en tamaño a la de los híbridos enchufables), y que dispone de un depósito de hidrógeno (sustituyendo al de gasolina o gasoil) y de una pila de combustible. Esta realiza la función de generador de energía eléctrica a través de una reacción química de oxidación a partir del hidrógeno. Como producto de este proceso se genera agua en forma de vapor, que es lo que sale por el tubo de escape. Es decir, no contamina.

Ejemplos y fabricantes

Ejemplos de vehículos de hidrógeno son el Toyota Mirai o el Hyundai Nexo, además de algunos modelos de autobús y los camiones Two FCEV Sleeper y Tre FCEV Cabover de Nikola.

Ha habido algún fabricante, como BMW, que en el pasado ha usado el hidrógeno como combustible, inyectándolo directamente dentro del motor de combustión interna previamente modificado, pero esta solución no dio buenos resultados, al deteriorar los cilindros y pistones, por lo que cayó en desuso.

Pero hay otros motivos por los que, en la actualidad, la tecnología basada en la pila de combustible tiene los días contados. Recientemente ha sido publicado un artículo en la prestigiosa revista Nature, realizado por Patrick Plötz, del Fraunhofer Institute for Systems and Innovation Research (Karlsruhe, Alemania), que pone en entredicho las ventajas de esta tecnología con respecto a los vehículos eléctricos. En dicho estudio se pone en relieve que la tecnología de las baterías de almacenamiento eléctrico y el despliegue de puntos de recarga han avanzado muchísimo en los últimos años, dejando entrever que las diferencias en cuanto a autonomía y a velocidad de carga son casi inexistentes hoy en día.

Además, no podemos dejar de lado la ineficiencia que acumula la cadena de obtención del hidrógeno, desde el proceso de electrólisis (obtención de hidrógeno a partir de energía eléctrica), su transporte y almacenaje, llegando a la reacción química que se da en la pila de combustible del vehículo. Comparativamente, un vehículo eléctrico a baterías (BEV) presenta una eficiencia final del 75 %, mientras que la del vehículo de hidrógeno (FCEV) es de tan sólo un 25 %, como se detalla en la siguiente infografía.

Por último no podemos olvidar un aspecto tan importante como el de la infraestructura de recarga. El coste de una hidrogenera (estación de repostaje de hidrógeno) es entre 10 y 20 veces mayor que el coste de una estación de carga ultrarápida para vehículos eléctricos.

Conclusión del futuro del hidrógeno

Con todo, la realidad es clara: en el mundo existen tan solo alrededor de 25.000 vehículos propulsados mediante pila de combustible, que disponen únicamente de unas 540 estaciones de servicio con hidrógeno en todo el mundo. En contraste, hay ya en el mundo más de quince millones de vehículos eléctricos a batería, con una oferta de vehículos que no cesa de crecer, y que son cargados en su mayoría en los hogares, pero que disponen además de una red de más de un millón de puntos de recarga públicos.