Ya sea por conciencia medio ambiental (no del todo infundada), ya sea por una cuestión puramente económica (al reducir la tasa del impuesto de circulación), o ya sea para poder acceder con coche a determinadas zonas restringidas dentro de los núcleos urbanos, los vehículos impulsados con gas han ganado popularidad en los últimos años. Así, en 2020 estos vehículos supusieron casi una cuarta parte del total de las ventas en España.
Vehículos y coches que utilizan gas
¿Pero qué es exactamente los coches que utilizan gas y cuánto de ecológico son? Un coche que funciona con gas es capaz de moverse con dos tipos de combustibles: con gas y con gasolina. Estos vehículos cuentan con un único motor, que es de combustión interna, por lo que no pueden considerarse híbridos como tal (al combinar únicamente un tipo de sistema de propulsión), sino “híbridos energéticos”, o más conocidos como “vehículos bifuel”.
Su funcionamiento es muy similar al de un vehículo con motor de combustión normal, pero el motor está adaptado para poder utilizar los dos combustibles, bien de forma simultánea, bien de forma alternativa.
El gas utilizado en automoción se denomina gas natural vehicular (GNV), y puede emplearse en forma líquida (GNL) o en forma gaseosa (GNC). El gas natural comprimido (GNC), con un 90 % de metano, se usa en coches y furgonetas. El gas natural licuado (GNL), menos habitual, se usa en autobuses y camiones.
Por otra parte, el gas licuado del petróleo (GLP) es una mezcla de butano y propano.
Hay vehículos que funcionan solo con gasolina los primeros instantes, en que la mezcla es pobre, y luego realizan solo la combustión del gas hasta que se agota. Otros vehículos usan siempre una pequeña proporción de gasolina, de alrededor del 10 o 15 %, para permitir una correcta lubricación de la cámara de combustión.
Hay que destacar que hay fabricantes de coches que utilizan gas disponen de modelos a gas de serie, o bien mediante un kit de conversión, como por ejemplo Kia. Existen, por otra parte, empresas que se dedican a transformar vehículos de gasolina para que puedan funcionar también con gas. De hecho, muchos taxistas tienen un vehículo híbrido de Toyota convertido a gas, por lo que aún reducen más el coste en combustible.
Etiqueta ECO
Los vehículos impulsados con gas son considerados por la Dirección General de Tráfico como vehículos “ECO”, atribuyéndoles la correspondiente etiqueta medioambiental, aunque, al igual que ocurre con los “híbridos suaves”, su categoría ecológica dista mucho de serlo en realidad ya que emiten igualmente gases contaminantes: gases de efecto invernadero (CO2) y gases tóxicos (partículas finas PM2,5 y ultrafinas PM0,1, y óxidos de nitrógeno o NOx). Por tanto, no son una alternativa ecológica como se están vendiendo en la actualidad.
Un riguroso informe, «GNC y GNL para vehículos y buques: los hechos», realizado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (Transport & Environment, o T&E) en octubre de 2018, respalda esta afirmación. En él se llega a conclusiones tan contundentes como que en los estudios que suelen publicar las empresas y colectivos interesados en este tipo de combustibles nunca se tienen en cuenta las emisiones del pozo a la rueda (well-to-wheel, en inglés), por lo que las emisiones totales reales son superiores a las que se dan de forma oficial. Esto es así porque durante el proceso de extracción y transporte de los hidrocarburos hay más fugas de las que se tienen en cuenta en los datos oficiales; se escapan a la atmósfera hasta un 60 % más de gas metano (CH4), un gas de efecto invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2).
Es decir, que los beneficios debidos a la escasa reducción de contaminantes emitidos por coches que utilizan gas desaparecen al tenerse en cuenta los datos reales de todo el proceso de extracción, transporte y uso de gas. El objetivo de esta manipulación no es otro que seguir perpetuando su modelo negocio, basado en la extracción y en el procesado de hidrocarburos para el transporte (principalmente).
En cuanto al biometano (metano obtenido a partir del proceso natural de descomposición de materia vegetal), en ese estudio se concluye que, aunque se reduce de manera sustancial la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente si las comparamos con el diésel, la proporción de vehículos que usan biometano es de solamente el 1 % (el 99 % restante es gas metano de origen fósil contaminante).
Los estudios que defienden el empleo de biometano asumen que, en el mejor de los casos, el porcentaje máximo del mismo destinado al transporte es del 10 %, por lo que su supuesta sostenibilidad cae por sí misma. Solo se sostiene porque es más barato que la gasolina y el gasoil, debido precisamente a las subvenciones de las que se beneficia este combustible.Por tanto, el gas no es una alternativa ecológica real a los vehículos tradicionales de combustión (gasolina o diésel) para hacer la transición a una movilidad eléctrica sostenible y menos para el llamado hidrógeno verde o los vehículos que usan cargadores para coches eléctricos.